Nació en Aragón, España en 1271.
Desde muy pequeña tenía una notable piedad.
Le casaron con 12 años con un hombre violento e infiel. Mientras, ella lo trataba con bondad y tuvieron dos hijos. Llevaba una vida cristiana auténtica, se levantaba muy temprano y leía seis salmos, asistía a la Santa Misa y se dedicaba a regir las labores del palacio. Las tardes las dedicaba a visitar ancianos y enfermos.
El rey por su parte la admiraba y le permitía hasta cierto punto su vida de cristiana auténtica.
Santa Isabel frecuentemente distribuía Monedas del Tesoro Real a los pobres para que pudieran comprar el pan de cada día. En una ocasión, el Rey Dionisio, sospechando de sus actos, comenzó a espiarla. Cuando la Reina comenzó a distribuir monedas entre los pobres, el rey lo observó y enfurecido fue a reclamarle. Pero el Señor intervino, de manera que, cuando el rey le ordenó que le enseñara lo que estaba dando a los pobres, las monedas de oro se convirtieron en rosas.