En la festividad del Corpus Christi celebramos la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Y recordamos que el Jueves Santo el Señor la instituyó para quedarse con nosotros tras la Ascensión al cielo.
El Señor está real, verdadera y sustancialmente presente en la Eucaristía.
Es el mismo Jesucristo que caminó, que habló, que predicó, que vivió en Palestina con los apóstoles, que padeció, murió y resucitó. El mísmo, escondido para nosotros en la Eucaristía. Tal cual está ahora en el cielo, con su cuerpo glorioso.
Por eso nos arrodillamos ante su presencia.
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