jueves, 21 de noviembre de 2013

Mes de los Difuntos

Con ocasión del mes de los difuntos, se traen aquí algunas reflexiones para acordarnos de todos aquellos que nos han precedido y ya han dejado este mundo.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica:
954. Los tres estados de la Iglesia. «Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando "claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es"» (LG 49) 
958. La comunión con los difuntos. «La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció sufragios por ellos; "pues es una idea santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados" (2 M 12, 46)"» (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.
La Tradición constante de la Iglesia, que se remonta a los primeros años del cristianismo, confirma la fe en el Purgatorio y la conveniencia de orar por nuestros difuntos. San Agustín, por ejemplo, decía: «Una lágrima se evapora, una rosa se marchita, sólo la oración llega hasta Dios». Además, el mismo Jesús dice que «aquel que peca contra el Espíritu Santo, no alcanzará el perdón de su pecado ni en este mundo ni en el otro» (Mt. 12, 32). Eso revela claramente que alguna expiación del pecado tiene que haber después de la muerte y eso es lo que llamamos el Purgatorio. En consecuencia, después de la muerte hay Purgatorio y hay purificación de los pecados veniales. 

En consecuencia, con nuestras oraciones podemos ayudar a los que están en el Purgatorio para que pronto puedan verse libres de sus sufrimiento y ver a Dios.
No obstante, como en la práctica, cuando muere una persona, no sabemos si se salva o se condena, debemos orar siempre por los difuntos, porque podrían necesitar de nuestra oración. Y si ellos no la necesitan, le servirá a otras personas, ya que en virtud de la Comunión de los Santos existe una comunicación de bienes espirituales entre vivos y difuntos. Esto explica aquella costumbre popular de orar «por el alma más necesitada del Purgatorio».

No nos olvidemos de rezar por ellos ya que no tienen otro auxilio que el nuestro.

Fuentes: Catecismo de la Iglesia Católica, Catolic.net

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